El mapa de los dulces de Francia: un recorrido por las delicias más célebres del país
Francia es famosa por su panorama gastronómico, pero también por sus innumerables dulces regionales, que cuentan la historia de su tierra y su tradición. Desde el nougat de Montélimar a los famosos cannelés de Burdeos, descubre un mapa delicioso de la repostería más emblemática del país.

Aunque la gastronomía francesa sea famosa por sus sustanciosas recetas tradicionales, que incluyen quesos, vino, pan y postres elaborados o pâtisseries (pasteles), ¿sabías que el país también cuenta con numerosos dulces regionales?
Desde los crujientes y extrafinos crêpes de la Bretaña hasta el nougat con miel de Montélimar, los dulces franceses son mucho más que un capricho, son un mapa comestible de tradiciones y conocimientos regionales.
Los hemos recopilado todos para ti en un mapa, pero, para contextualizar un poco, aquí tienes un par de deliciosos datos sobre los orígenes y el sabor de estos tesoros no tan conocidos. ¡Vamos a echar un vistazo!
Dulces comienzos: cómo la repostería regional se volvió legendaria
Como muchos de los grandes productos de la gastronomía francesa, nuestros dulces o confiseries, como nos gusta llamarlos, proceden de los monasterios. Antiguamente, las monjas y los monjes eran habilidosos reposteros que perpetuaban las recetas familiares y las convertían en obras de arte cuya reputación rebasó las puertas de los monasterios.
Algunos de estos dulces se crearon deliberadamente, como los elegantes calissons d’Aix, con forma de pétalos elaborados de pasta de almendra y que se repartían tradicionalmente en las bodas. Otros, como las bêtises de Cambrai con sabor a menta, nacieron de forma accidental, un desliz en la elaboración de unos caramelos demasiado delicioso como para ignorarlo.
¿Qué tienen en común? La respuesta está en los ingredientes locales, las recetas tradicionales y una pizca de orgullo regional.

© Charles Monnier
Un azucarado recorrido por Francia 🍬
Cada región tiene su propia especialidad, que lleva siglos perfeccionándose. Aquí puedes echar un vistazo a algunas de nuestras delicias favoritas:
Norte/Altos de Francia
¿Has oído hablar de las bêtises de Cambrai? El nombre de este pequeña golosina significa «error», que es el motivo por el que se crearon en el siglo XIX, cuando un joven aprendiz añadió menta a un caramelo sin querer. Este caramelo con una raya cruzada causó sensación y sigue siendo la delicia de muchos amantes del dulce en la actualidad.
Gran Este
Esta amplia región del nordeste de Francia dispone de algunos de los dulces más famosos del país, como el bizcocho rosa de Reims, como punto de partida, inventado por la célebre pastelería Fossier. Estas azucaradas delicias rosas se diseñaron para mojarse en champán sin desmigarse y se convirtieron en el postre favorito de las cortes reales de todo el mundo.
No muy lejos de allí, una joven llamada Madeleine inventó las madeleines de Commercy (¿coincidencia? Lo dudo) durante un banquete del siglo XVIII. Estos pasteles con forma de concha se convirtieron de inmediato en favoritos y se les sigue apreciando mucho en la actualidad, al igual que los macarons de Nancy, creados en 1793 por dos hermanas benedictinas, Marguerite y Marie-Elisabeth. Aunque inventaron estos pequeños dulces por necesidad para sobrevivir durante la Revolución, estos macarons rústicos, chiclosos y deliciosos (que no deben confundirse con los macarons parisinos) se ganaron el título perpetuo de Soeurs Macarons (los macarons de las hermanas).
Normandía y Bretaña
Estas regiones más frías prosperan gracias a sus dulces que han perfeccionado hasta convertirlos en obras de arte. Se puede decir que el más famoso es el sablé normand, que es una galleta crujiente y mantecosa ideal para la hora del té.
Si eres muy goloso, tienes que probar el caramel beurre salé (caramelo de mantequilla salada), una emblemática mezcla de la mantequilla salada de Bretaña y azúcar cocido a fuego lento, inventado en 1970 por Henri Le Roux en Quiberon. Puedes comerlo con casi cualquier cosa: masa de galletas, helado, crepes..., lo que probablemente sea el motivo por lo que sigue siendo tan popular hoy en día en todo el mundo.
Para acabar, cuando visites Bretaña, no puedes perderte las crêpes dentelle, que son delicadas galletas enrolladas y crujientes inventadas por error (de nuevo) cuando una cocinera despistada hizo de más una crepe y la enrolló para ocultar su metedura de pata. Ahora se producen a nivel industrial y en un formato mucho más pequeño, y casan muy bien con el café, el té o cualquier aperitivo diurno.
Centro y Loira
Aunque no son tan conocidos internacionalmente, las regiones centrales de Francia también presentan una amplia variedad de productos reposteros. Si vas por la zona, prueba el sucre d’orge de Moret, un palito de azúcar de cebada creado inicialmente como medicamento o una rebanada de pain d’épices de Dijon, un pastel de especias y miel inspirado en los dulces chinos.
Déjate sorprender también por la angélique de Niort, hecha de tallos confitados de angélica, una planta famosa desde la antigüedad por sus propiedades medicinales. Se cultiva en Niort desde el siglo XVII y se corta, blanquea y confita lentamente durante varios días. Hay que acostumbrarse un poco a su sabor a hierbas agridulce, pero es muy apreciado por los reposteros de todo el mundo.
Países del Loira y costa atlántica
Abarcamos un territorio muy amplio en este apartado, pero estas grandes regiones son el lugar de origen de las famosas niniches de Quiberon, unos delgados palotes con sabor de fruta o caramelo, y el célebre gâche vendéenne. Este bollo, enriquecido con nata y flor de azahar, tradicionalmente elaborado durante la Semana Santa y para celebraciones familiares, debe su nombre al antiguo término francés gâche, que significa «rebanada gruesa» o «pan denso».
Auvernia
Esta región es el hogar de las famosas pastillas de Vichy, que son un dulce que se encuentra en muchos bolsos franceses. Estas diminutas pastillas de menta, creadas originalmente en el siglo XIX mediante bicarbonato y sales minerales de las aguas termales de Vichy, siguen siendo refrescantes y prácticamente naturales en la actualidad.
Sudoeste y Burdeos
¡Te vas a chupar los dedos en esta zona! Estas regiones albergan los famosísimos cannelés y truffes au chocolat (trufas de chocolate), un básico de la Navidad hecho de ganache y cacao en polvo con forma de trufas, así como los marrons glacés o castañas confitadas. Son la quintaesencia de la repostería francesa, que exigen prácticas tradicionales intensas, y, para algunos, más de 20 pasos de elaboración durante varios días para lograr el equilibrio perfecto.
Provenza y el valle del Ródano
En la parte meridional de Francia, encontrarás el nougat de Montélimar, inspirado en el torrone (turrón italiano) y las fruit confit d’Apt, que son frutas confitadas que se sumergen lentamente en almíbar durante varias semanas para preservar el sabor y el color.
En Aix-en-Provence, el mejor souvenir que puedes probar es un calisson d’Aix, una pequeña mezcla caramelizada de almendras molidas y melón confitado, cubierta de glaseado real y con forma de pétalos. Cuenta la leyenda que se sirvieron por primera vez en la boda del rey René de Anjou en 1454 y que se siguen haciendo con métodos y recetas tradicionales exclusivamente.
Marsella y Córcega
Marsella se encuentra técnicamente en la Provenza, pero no podíamos terminar este breve recorrido por los dulces más famosos de Francia sin destacar sus epónimas navettes de Marsella. Estas galletas con forma de barca están aromatizadas con flor de azahar y se hornean para la Candelaria en la Abadía de san Víctor. Hincarles el diente puede resultar doloroso (son muy duras), pero estos dulces perfumados son una verdadera delicia que debes disfrutar mientras paseas por el Puerto Viejo y por la orilla del mar.
Para rematar, al otro lado del Mediterráneo, tenemos Córcega, famosa por sus canistrelli, aromatizadas típicamente con vino blanco, anís o limón. También se hornean hasta quedar bastante duras, ya que se crearon para que se conservaran bien y que los marineros y pastores pudieran disfrutar de ellas en sus merecidos descansos.
Una herencia azucarada
Estos dulces pueden parecer sencillos, pero encierran siglos de tradición, creatividad y orgullo regional. Cada uno, ya naciera en una abadía, la cocina o la fábrica, cuenta una historia que versa tanto de la geografía francesa como de su sabor.
Así que la próxima vez que visites Francia, no busques solo el croissant perfecto, sino que aventúrate un poco más. Descubrirás sabores alucinantes y el encanto tradicional. ¡Bon appétit!