Mermeladas y confinamiento

Por Keda Black

La autora culinaria Keda Black habla con Taste France sobre su cocina en tiempos de confinamiento. Cómo quedarse en casa cambia la forma de cocinar: testimonio.

Mijoter

En este artículo

Día 1, día 2... día 14... día 23... A medida que pasan los días en confinamiento, inevitablemente paso buena parte del tiempo en la cocina. En mi opinión, el cambio tiene que ver con el tiempo que se pasa en la cocina, pero sobre todo con la forma en que cocino. Vuelve la cocina a fuego lento, en las antípodas de la cultura de la comida rápida, la de la vida cotidiana hasta ahora.

Se acabaron las prisas

Normalmente, suelo quedar bastante satisfecha con una hábil mezcla de organización e improvisación. El caldo casero o el hojaldre preparados con antelación y que guardo en el congelador me permiten cocinar un risotto o una tarta en un pis pas, aprovechando las compras del día o las sobras de la nevera. Desde el confinamiento, las cosas han cambiado. Ya no es posible bajar todo el tiempo para hacer un solo recado de última hora o para darse un paseo por el mercado. Hay que planificar la cesta de la compra, optimizar las compras semanales y, sobre todo, utilizar lo que se tiene a mano hasta agotarlo. Aprovechar las más mínimas sobras o restos ya no es una práctica anticuada: esta reapropiación de las tradiciones se convierte en algo esencial para esperar la próxima salida, al tiempo que contribuye a hacer más sabrosa la cocina, por ejemplo, con un caldo de peladuras para mejorar una simple crema de verduras o la salsa cocida a fuego lento de la pasta.

Otra percepción del tiempo

Los días van y vienen, cambiando la percepción del tiempo y creando una extraña impresión de que los días son interminables. En este contexto, me atraen las prácticas culinarias que requieren un largo proceso. Por ejemplo, hacer pan casero. Previamente, me había cansado de tener que respetar al dedillo los tiempos que impone, pero dadas las circunstancias actuales, estas limitaciones recrean una división del día y conforman un ritual tranquilizador. Además, como extra, te llenas de alegría al levantar la tapa de la cazuela y descubrir un pan hinchado con un olor delicioso. La meticulosa preparación de las naranjas amargas para mis mermeladas también me reconforta. Es más fácil dedicar una tarde entera a su realización cuando no hay que renunciar a una película o a una exposición... ¡Y qué decir de la fermentación! Por supuesto, preparar tarros de verduras lactofermentadas y otros encurtidos no lleva mucho tiempo, pero me gusta la idea de que mis limones conservados en sal tengan que permanecer confinados al menos durante el mismo tiempo que yo...

Espíritu colectivo

¿La última y quizás más importante consecuencia de esta revolución del tiempo dedicado a la cocina? Pasar el testigo. Con los colegios cerrados o no, se acabaron las fiestas, las fiestas de pijamas y las sesiones de skate. Con o sin teletrabajo, adiós a la noche de póquer, al partido de fútbol con los amigos o al interminable aperitivo, o lo que es lo mismo, más tiempo para cocinar. A partir de ahora, todos los miembros de la familia se turnan en la cocina (¡y en la limpieza!). Esta noche, el mayor prepara una blanquette. ¡Todo un lujo! ¿Alguna serie que recomendar a una cocinera repentinamente ociosa?

Colaborador

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