La zanahoria francesa, pasión y orgullo de una región

Hemos tenido el placer de conocer al productor normando Paul-Henry Gosselin. Cerca de la costa de Cotentin, sus zanahorias son mucho más que unas simples hortalizas: transmiten una historia de paciencia, de técnica y de transmisión. Evocan, con sencillez y exigencia, que la excelencia agrícola francesa se construye en la tierra, al ritmo de la meteorología, y en los gestos cotidianos. 

MTM Carrot

A pocos kilómetros de Barfleur, en esta punta de Normandía acariciada por la brisa del mar, Paul-Henry cultiva zanahorias con la serena convicción de quienes saben por qué han elegido este oficio. Él se ha criado aquí. Él lo ha aprendido todo aquí.Y es aquí donde mantiene un saber hacer  familiar firmemente arraigado. «Nos gusta este oficio porque es nuestro estilo de vida. Es una mezcla de rigor, técnica y pasión». 

 

Una hortaliza moldeada por su tierra 

 

En Val de Saire, la zanahoria alcanza su máxima expresión. El suelo ligero, la suavidad del clima, la cercanía del mar: todo contribuye a crear un terruño aparte. «Aquí, las zanahorias se conservan perfectamente en campo abierto gracias a unas condiciones naturales. La tierra, el clima... todo influye en el sabor y en la calidad». 

Y este concepto de identidad es plenamente reivindicado por el productor. Al igual que el vino o el queso, la zanahoria lleva la firma de su tierra. «Una variedad no dará jamás la misma zanahoria en Réville, en Las Landas o en otros lugares. El suelo lo cambia todo». 

De la semilla a la aporcadura: un gesto cuidadoso 

 

La siembra empieza a partir del mes de marzo y se prolonga hasta junio. «Es un cultivo que exige muchísima preparación, maquinaria y precisión. Es un auténtico oficio». 

El trabajo en las aporcaduras es una fundamental. Aquí, no se siembra en el suelo: 

- se forma la aporcadura, 

- la sembradora pasa por encima 

- se vierten diez centímetros de plantío en la parte de arriba 

¿Cuál es la razón de esta técnica? La preservación. En invierno, el agua se acumularía a ras del suelo. El hecho de que la zanahoria quede en alto evita que se pudra. Parece sencillo, pero es indispensable para la calidad final. 

Y cuando llega el momento de ver si una zanahoria ha alcanzado la madurez, Paul-Henry mira un detalle concreto: «Una zanahoria que no está madura, es muy parecida a un lápiz.Una zanahoria madura es lisa y uniforme». 

 

Una recolección exigente y mecánica 

 

La cosecha se lleva a cabo en un período corto, pero intenso: octubre, noviembre y diciembre, en el momento en que las zanahorias alcanzan su pleno potencial. 

La recolección, muy mecanizada, sigue un protocolo inmutable: 

- la máquina saca las zanahoria por sus hojas, 

- las hojas son cortadas por la corona, 

- las zanahorias caen en la tolva antes de ser trasladadas al remolque. 

Un movimiento milimetrado, especialmente concebido para preservar la hortaliza y su frescura. 

Una producción francesa importante, un saber hacer reconocido 

 

Francia produce de media 380 000 toneladas de zanahorias al año, en 15 000 hectáreas. Un peso pesado de las hortalizas europeas, impulsado por unas exigencias de calidad y de trazabilidad de las más estrictas. Paul-Henry se enorgullece de ello, sin jamás pasarse de la raya: «Trabajamos con seriedad, respetamos la tierra. Sabemos lo que hacemos». 

Comprometido con una iniciativa HVE (Alto Valor Medioambiental) a través de su cooperativa, insiste en la importancia de las prácticas sostenibles: preservación del agua, control del impacto, protección del recurso. Una continuidad lógica de su actividad. 

 

Un producto sencillo, pero de excelencia 

 

Generalmente, la zanahoria se considera una hortaliza «básica». Sin embargo, su diversidad, su delicadeza y sus usos demuestran lo contrario. Dulce, delicada en boca, gusta tanto a los niños como a los adultos. Y algunas variedades, en especial las zanahorias de arena recogidas a mano o las Label Rouge, ponen de manifiesto un nivel de exigencia que muchos ignoran. 

Según nuestros productores, el aspecto fundamental es el sabor. «Cuando muerdes una zanahoria muy fresca, la reacción es inmediata: sabes si el trabajo ha dado sus frutos. 

 

La cosecha es el momento de la verdad 

 

Si él tuviera que escoger una única jornada del año, sería esta: la cosecha. «Es el Santo Grial. El momento en que te lo juegas todo. Se ve el resultado de varios meses de trabajo, y es entonces cuando sabes si se han hecho bien las cosas». 

También lo mantiene vivo alimentar a las personas, transmitir un saber hacer y prolongar una tradición. «Este oficio no es fácil. Pero, es un oficio pasional. Lo hacemos por buenas razones». 

En los campos de Réville, entre la tierra negra y la luz normanda, la zanahoria de Paul-Henry expresa justamente esto: un producto humilde, pero noble. Una historia de paciencia. Una mano firme. Una tierra que se expresa. Y el orgullo discreto de quienes cultivan la excelencia sin jamás tener necesidad de exagerar. 

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